domingo, 2 de agosto de 2009

Revisa las fechas en las etiquetas de tus vinos

(Original NdV En el abasto - Caracas 26/05/09)

Cuando seleccionamos un vino del anaquel de algún establecimiento, es bueno siempre revisar dos etiquetas: La del productor y la de aduanas. Primero, en la etiqueta del productor, vemos el año de la cosecha que me habla de la edad del vino y de otras características. Etiquetas decoloradas nunca son buen presagio porque esto puede indicar que la botella estuvo expuesta a los rayos del sol. Por otra parte, en la etiqueta de aduanas, vemos el año en que el vino llegó al país, lo que nos puede indicar cuánto tiempo ha estado fuera de casa, en el puerto o en el anaquel. La etiqueta de aduanas también puede darnos una idea sobre cuánto tiempo la botella ha estado de pie, que es especialmente importante en el caso de las botellas que usan corcho. Si el corcho se daña, el vino se daña, porque entra en contacto con el oxígeno y comienza un proceso de oxidación. En los vinos blancos, esto se nota cuando un vino joven que se supone que sea verdoso o amarillo claro (como dice la etiqueta) es dorado intenso.

La creencia común es que el vino mejora con los años. ¿Es cierto? Depende. El problema es que el vino común no es el que mejora. Los vinos de guarda, que cuestan un poco más de lo acostumbrado, son los que tienen la capacidad de evolucionar en la botella. Y la verdad es que ese tipo de vinos mejora con los años en condiciones específicas (temperatura, humedad, luz, paz, posición de la botella, entre otras). Hasta el mejor de los vinos de guarda puede empeorar con los años si no se almacena adecuadamente. Por esta razón, cuando vamos a comprar en un establecimiento en el que el vino no reciba el trato apropiado, las fechas de elaboración y de entrada al país son incluso más importantes que la marca del vino en cuestión (sobre todo si no te gusta tomar jugo de mora piche o vinagre).

Desgraciadamente, el vino empeora con los años en muchos de los casos. ¿Por qué? En las grandes ciudades de Venezuela, la temperatura promedio está por encima de los 26°C, que es unos grados más de lo que se recomienda para almacenar el vino (entre 12° y 18°C). Muchas veces, el supermercado, el abasto o la licorería de la esquina, mantienen el vino a “temperatura ambiente”, es decir, sobre 26°C. A veces el vino está expuesto directamente a los rayos del sol o cerca de una fuente de calor. En estas condiciones, no hacen falta años para que el vino se dañe, con unos meses basta.

El sol y el calor, así como el frío excesivo pueden dañar el vino. Por ejemplo, un vino congelado pierde sus propiedades. Es cierto que hay uvas que tienen más resistencia que otras. Sin embargo, para los vinos blancos y los vinos en general, la luz del sol y el calor excesivo son mortales. Además, el calor puede hacer que se dañe el corcho y combinado con la humedad favorece el nacimiento de hongos alrededor de corcho. Y el problema es que esto no se ve sino hasta que quitamos la cápsula de estaño, justo antes de la comida.

En fin, si tengo una reunión y yo me ofrecí para comprar el vino pero lo único abierto es el supermercado o la licorería, lo primero que tengo que revisar es la fecha. Compro así:
  1. El vino más conocido porque tiene más salida. Incluso puedes preguntar cuál se vende más.

  2. El más joven/reciente (según cosecha y según aduana) porque tiene menos tiempo sometido a la tortura del calor tropical.

  3. Y el económico porque si está malo, el gasto no fue tan grande.

  4. No me la doy de exquisit@. La gente que sabe no compra sus vinos en un abasto.

Y parafraseando lo que dicen los del WSpectator y los del CM: La clave es saber más para beber mejor por menos. Foto: Novatos del Vino.

El Novato.

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